"La Bolivia golpista se acabó" (Entretien avec Jaime Paz Zamora)

El ex presidente boliviano Jaime Paz Zamora le dice en exclusiva al OPALC que en su país ya no hay amenazas de golpe de Estado y hace un repaso a la situación de otras naciones de la región y del mundo.

Los golpes de Estado en Bolivia, tan recurrentes en ese país suramericano, son cosa del pasado. Así lo afirma en esta entrevista exclusiva con el OPALC el expresidente boliviano Jaime Paz Zamora. El exmandatario, que en 1980 sobrevivió a un atentado y que ocupó la presidencia entre 1989 y 1993, también se refiere a la demanda que para conseguir una salida al mar ha interpuesto Bolivia contra Chile. En la entrevista, Paz Zamora habla asimismo sobre otros países suramericanos como Chile y Venezuela, y califica la gestión del presidente boliviano Evo Morales como "una desgracia".

Martin Iragorri: El presidente boliviano Evo Morales creó hace poco una comisión consultiva de cinco expresidentes. ¿Para qué?

Jaime Paz Zamora: La convocatoria hay que verla de dos formas. La primera se refiere al problema de la salida al mar y en ese sentido los expresidentes sólo actuarán cuando se les consulte, lo cual significa que no podrán actuar por iniciativa propia. El segundo aspecto representa un cierto cambio de óptica del presidente con relación a la democracia boliviana. Empieza a reconocer ciertas instituciones del pasado a las que él ha criticado. Esto quiere decir que está reconociendo una continuidad de la democracia como proceso y como ocurre en otras partes del mundo.

 

A propósito de esa continuidad, un alto porcentaje de presidentes bolivianos no pudieron terminar su periodo, a diferencia suya. ¿Cree que de ahora en adelante todos acabarán sin problema?

En definitiva, soy el único que ha terminado el periodo. Otro que terminó su primer periodo pero no su segundo fue Sánchez Losada, que está exiliado en Estados Unidos. Los demás han sido personas que en momentos de crisis, por distintas razones, se han tenido que hacer cargo del país. Entonces, claro, tengo un rol particular al ser el único presidente que entró a Palacio por la puerta y salió de Palacio por la puerta.

 

¿No hay amenazas de golpe militar en Bolivia?

Bolivia vivía, a diferencia de Chile, de Brasil, de Argentina o de Uruguay en época de las dictaduras, un gobierno militar que era uno de los tantos desde la fundación de la república. No era el caso de Chile, donde una democracia había sido interrumpida por un golpe de la dictadura. Yo me considero de la generación de la democracia en Bolivia. Es decir, tuve el privilegio de ser parte de la generación que por primera vez puso a marchar una democracia institucional en términos modernos. La democracia fue un verdadero cambio de época en nuestra historia. Yo diría que la Bolivia del viejo sistema -porque hay que tomarlo como un sistema- de golpismo civil militar, en el que un militar se armaba con un grupo de civiles y entraba dando tiros a palacio hasta que viniera otro militar con otros civiles que los sacaban a tiros, se acabó. Esa Bolivia se acabó.

 

Entonces hoy no existe riesgo de un golpe militar.

Absolutamente. En 30 años, Bolivia ha cambiado su conciencia en relación a este tema. Hay una conciencia democrática. Ningún boliviano podría admitir que un militar se aparezca así como así. Cualquier solución que se debata en Bolivia tendría que estar dentro de los marcos constitucionales. Nosotros, los socialdemócratas, tuvimos que luchar en la clandestinidad con mucha dureza, en la época de los 80, para convencer primero a la derecha de que debería ser democrática y dejar de ser golpista. Y luego de que la derecha empezó a marchar, la izquierda radical o indigenista se dio cuenta de que tenía que incorporarse al proceso democrático y de que eso le abriría las puertas. En definitiva, Evo Morales representa a todos los sectores radicales, marxistas e indigenistas que nunca habían aceptado la democracia por considerarla burguesa, o colonialista. Esa es su contradicción interna: la de no creer en la democracia pero verse obligado a ejercerla. Y eso forma parte de un proceso que la democracia ha tenido en el mundo. No olvide que en Francia, después de la revolución en 1789, tuvieron que pasar dos siglos para que hubiera una democracia moderna. Y en Estados Unidos, otra gran democracia, tuvo que ocurrir el asesinato de Martín Luther King para que se resolviera el tema étnico o racial. A veces les digo a los propios diplomáticos gringos acá: "Ustedes tardaron doscientos y tantos años para poner a Obama en el gobierno; nuestra democracia, a los 25 años, puso a Evo Morales en la presidencia. ¡O sea que vamos más rápido que ustedes!".

 

Como presidente, usted se opuso a la erradicación total de las plantaciones de hoja de coca como lo propuso desde la Casa Blanca George H.W. Bush. Hoy en día, ¿cuál es la solución al problema del narcotráfico en el mundo?

Como presidente lancé la consigna de que el pueblo boliviano debía tener un argumento frente al problema. A mí me tocó negociar con George Bush padre, a quien llamo 'Bush el bueno', cuando lancé la consigna 'Coca no es cocaína', que fue absolutamente acogida por Bolivia. En la implementación lancé otro principio de la responsabilidad compartida entre productores y consumidores. También tuvimos 'Coca por desarrollo'. Todo eso funcionó. Es más: en Cartagena, en Colombia, en 1989, le planteé tres puntos a Bush padre. El primero era resolver el problema de la deuda externa. El segundo era la apertura del mercado americano a los productos sustitutivos de la coca, es decir, a la industria manufacturera, etcétera. Y el tercero, facilitar que vinieran inversiones a Bolivia. Y si usted se fija, éstos son los tres puntos que utilizó para lanzar su iniciativa para las Américas. Los sacó de mi propuesta. Bolivia se benefició mucho con esto porque Bush condonó la deuda externa bilateral de Estados Unidos con Bolivia que en ese tiempo era de más de 500 millones de dólares y luego abrió el mercado norteamericano con el sistema que se llamo ATPDA, con el que empezamos a vender de 130 a 150 millones de dólares al mercado de manufacturas. Desgraciadamente, por razones ideológicas, este punto lo perdió Evo Morales, quien suspendió el tratado del ATPDA. Pero lo importante de esto es que hoy en día Bolivia tiene un tratado parecido con la Unión Europea: un trato especial de su deuda, la apertura al mercado europeo y algo de inversión extranjera, aunque menos actualmente por la situación. Nuestras tesis siguen siendo válidas, pero tendremos que esperar mejores tiempos para que vuelvan a activarse.

 

¿Pero usted comparte esa teoría que tienen algunos exmandatarios latinoamericanos, como el mexicano Ernesto Zedillo, el colombiano César Gaviria y el brasileño Fernando Henrique Cardoso de que la legalización sería una salida al problema del narcotráfico?

Pero es que ese es un problema de los consumidores. Eso no es un problema nuestro. Nosotros estamos en otra cosa... No somos un país consumidor. De todas formas, no quisiera opinar sobre ese tema porque mucha agua corrió debajo el puente, compadre. Eso que lo vean ellos.

 

El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, dice que esta es la década de America Latina. ¿Tiene garantizado Bolivia un crecimiento económico a la altura de los demás países de la región?

No, no lo tiene. No lo he visto. ¿Usted a oído algo? Después del segundo gobierno democrático en Bolivia, de 1985 a 1989, se hizo el decreto 21060 para parar una hiperinflación. Se trataba de meter más plata a la caja y de gastar menos. Y ya mi gobierno, que fue el tercer gobierno democrático, con base en la estabilidad inflacionaria que heredé del anterior, montó una política de crecimiento con la cual llegamos a crecer casi el 5%, lo que suponía un crecimiento positivo por primera vez en 20 años. Nosotros dejamos nuestro gobierno con un promedio de 4%, que no ha sido superado. Y parece que lo mejor que puede esperar este gobierno de Morales, más allá de el extraordinario momento que le ha tocado con el precio de las materias primas, no creo que pase del 5%.

 

¿Le gusta Sebastián Piñera como presidente de Chile?

Yo conocí a Piñera una vez que vino a visitarme cuando yo era presidente. Vino a ofrecer su colaboración en la reforma de las pensiones. Le dije que lo estábamos estudiando y que, si fuera necesario, lo llamaríamos. Pero no ocurrió porque nunca se dio ese paso. Ahora que lo veo me cae simpático. Creo que es un presidente indudablemente neoliberal, que es un poco nuestro Sánchez Losada. Pero eso ya no significa nada en Chile porque es un país que ha logrado institucionalizar políticas de Estado a nivel económico. Chile, surja un gobierno progresista o un gobierno neoprogresista, siempre va a aplicar el camino económico que han adoptado como país. No hay nada nuevo en Piñera que no haya hecho Michelle Bachelet.

 

Entonces le gusta Piñera como presidente de Chile...

Me cae simpático. No sé si me gusta, pero me cae simpático. Me gusta su manera. Es un hombre sencillo para ser millonario. Es un hombre que en el problema que tuvo con los mineros en el norte mostró respeto a la condición de sus ciudadanos. Dentro de su agrupación política difícilmente se habría encontrado una persona más simpática, interesante y más humana.

 

El nombre "Bolivia" se puso en honor a Bolívar. ¿Qué cree usted que diría Bolívar si conociera al presidente venezolano Hugo Chávez?

(Risas) Está bien, está bien... Yo creo que por una parte le gustaría que haya reivindicado a la larga el rol protagónico del continente. Pero, si le digo la verdad, no creo que Bolívar estaría de acuerdo con las políticas concretas del presidente Chávez. No olvide que Bolívar dijo una de las frases más inteligentes: "La república tiene dos amenazas: una es la anarquía y la otra el despotismo". Con ese rasero, el presidente Chávez saldría con una nota muy baja.

 

¿Quién lo haría mejor en la presidencia del Perú? ¿Ollanta Humala o Keiko Fujimori?

Keiko Fujimori, a quien además conocí cuando era chiquita. Yo soy muy amigo con el presidente Alberto Fujimori, con quien hicimos una cosa muy importante para Bolivia que fueron los Acuerdos de Hilo, en 1992, donde Perú nos entrego cinco kilómetros de playa por 100 años renovables. Es parecido a lo que la China le entregó a Inglaterra con Hong Kong. Pero hicimos una gran amistad con Fujimori. Para mí ha sido el mejor presidente del Perú en los últimos 50 años. Desgraciadamente tiene esa mancha muy complicada de los derechos humanos. Pero si uno toma en cuenta lo que era el Perú cuando él llegó al gobierno, uno se pone a dudar... Yo conocí el Perú cuando llegó Fujimori al gobierno como presidente. Hay que imaginarse todo el sur de Lima tomada por la guerrilla. Era una situación verdaderamente insostenible. Y Fujimori resolvió todo esto y echó las bases económicas del Perú moderno. Lo interesante que hay que reconocer de los líderes peruanos, es que, aun odiándose entre ellos, y me refiero a Alan García, a Alejandro Toledo, a Fujimori, mantuvieron estrictamente el modelo económico que se habían trazado. Y entonces el Perú es un país que está creciendo y al que ahora le falta seguir creciendo y distribuir la riqueza. Keiko viene como anillo al dedo. Porque si algo supo hacer Fujimori fue crecer y distribuir. Toledo y Alan lograron el crecimiento pero no supieron distribuir.

 

¿Y para Bolivia quien es mejor?

Para Evo Morales, quizás Ollanta Humala. Pero para Bolivia, Keiko Fujimori. Como está vivo el problema marítimo. Humala viene con más revanchismos. Es que la única solución posible al problema marítimo boliviano es la creación de una zona económica tripartita compartida por el Perú, Chile y Bolivia, en el lugar donde se juntan estos tres países y en donde debería haber una soberanía compartida. Keiko Fujimori puede ser más sensible a esto. Humala, como militar y nacionalista que es, puede ser más reacio.

 

Finalmente, ¿le gusta como presidente Evo Morales?

No, no me gusta porque no me gusta la soberbia. No me gusta el sectarismo. No me gustan la bronca, la revancha, la venganza... No soy así. Yo creo que Evo Morales es una desgracia. Pero no hay mal que por bien no venga. Ha sido el presidente, en toda la historia democrática, que mejores condiciones ha tenido para levantar a nuestro país. Ninguno ha sido tan bien recibido. La democracia ha sido enormemente generosa con él. A Evo se le pusieron los astros en fila, recibió todo de película y la verdad es que ha ido tirando un poco su capital por la ventana. Pero soy optimista porque los pueblos, afortunadamente, aprenden. La democracia es una cultura. Una cultura que desarrolla la conciencia, el comportamiento y las aptitudes de la población y de los gobernados. Y eso lleva tiempo.

Retour en haut de page